Su idea era facilitar los cobros principalmente a pymes y autónomos que querían dar un servicio de pagos con tarjeta de crédito o débito, pero de forma que no les supusiera un alto coste. “Se trata de una alternativa flexible sin cuotas fijas ni gastos mínimos. Nuestros clientes compran el lector de tarjetas -69 euros-, se descargan nuestra aplicación gratuita y cobramos una comisión del 2,75% por cada transacción que se haga a través de payleven”, explica Rafael Otero, director tecnológico de la empresa.
Esto implica que si el cliente no hace uso del aparato o no factura, no le cuesta nada, y esa es su principal baza de cara a la competencia en los pagos con tarjeta. “Nuestra prioridad es escuchar a nuestros clientes, entender sus necesidades y ayudarles con sus gestiones cotidianas. Si ellos están contentos con nuestra solución, payleven también crecerá”, afirma Otero, que deja claro que su modelo de negocio depende de que funcione el de sus usuarios.
Para utilizarlo sólo es necesario un smartphone, su lector de tarjetas Chip & Pin y una conexión a Internet. Esto implica que no sólo se puede usar este sistema de pago en un local (tiendas, restaurantes, etc), si no que es una cómoda solución para técnicos que efectúan reparaciones a domicilio, servicios de paquetería, comida por encargo, taxistas o vendedores ambulantes, que son precisamente el público que les interesa.
Fundaron la startup junto con Rafael Otero los emprendedores Konstantin Wolff y Alston Zecha y cuentan con sede en Londres y en Berlín. “Todos tenemos experiencia previa en la fundación de empresas en varios lugares del mundo. Veíamos que sobre todo en EE UU la tendencia es prescindir del dinero en efectivo y comprendimos que tarde o temprano en Europa pasaría lo mismo”, cuenta el CTO de payleven. Desde el principio tenían clara la internacionalidad del negocio, y en menos de dos años están presentes en más de diez países incluyendo Reino Unido, Italia o España.