¿Clases de cocina para olvidar las penas? ¿Lecciones entre fogones en inglés a domicilio? ¿Cursos de cocina para discapacitados visuales? Delia Torrano, una emprendedora murciana de 39 años, después de una década como alumna de cursos de cocina, le ha dado la vuelta al concepto de clases particulares con tres sencillos ajustes: buscando nuevos públicos –extranjeros y personas con discapacidad visual–; cambiando la escuela
–huyendo, aquí sí, de un local propio con chef a domicilio– y añadiendo una nueva sensibilidad –poniendo un máximo de cuatro alumnos por clase en un sector de 15 alumnos por aula–.
“Tenía claro el concepto: clases de cocina prácticas. Era mi hobby. He cogido lo mejor de mis profesores, pero, sobre todo, he eliminado lo peor. La idea es que sean clases relajadas. Busco una forma de evasión. Abrimos unas cervezas, descorchamos un vino… La idea es olvidarse tres horas de los problemas”. De ahí lo de terapia.