Lo que motivó al belga Jean Philippe Colmant a montar una bodega destinada al espumoso fue el deseo de cambiar de vida. Tras un viaje a Sudáfrica decidió vender su empresa belga e invertir los 1,5 millones de euros que consiguió en mudarse de continente y poner en marcha su bodega. “Me pareció una buena idea y tras un estudio de mercado, descubrí que no había nadie que se dedicase en exclusiva a la producción de cap classique (la uva típica de la zona)”.
Con cinco hectáreas de terreno y su familia a cuestas, vio otro nicho de mercado que le ayudaría a cumplir su objetivo final de producir su propio vino: importar champán europeo a un precio asequible. “Empezamos en 2006 y para 2008, cuando nuestra primera cosecha estuvo lista, ya nos habíamos creado un importante portafolio de clientes, así que ni siquiera tuvimos que invertir en márketing”.
Su bodega produce 40.000 botellas al año siguiendo el más puro método francés “y nunca vamos a aumentar esta cifra”, dice Colmant, que tiene unos ingresos anuales de unos 600.000 euros.