Enseguida me di cuenta que los billones que el Gobierno estaba invirtiendo en mejorar las instalaciones educativas se iban en arquitecturas futuristas que en realidad no mejoraban la calidad de la enseñanza”, explica este emprendedor. Champkins descubrió que tanto en los colegios nuevos como en los antiguos, a los alumnos les costaba concentrarse por las mismas razones: las sillas eran incómodas, no bebían suficiente agua (“sólo un 2% de deshidratación reduce la capacidad de concentración en un 20%” asegura) y las comidas no eran muy sanas.
Centrar la atención
Con esa base, en abril de 2004 decide crear la empresa Concentrate, que diseña productos que ayudan a los más pequeños a mantener su concentración en las aulas.
Los inicios no fueron fáciles, “pero gracias a un premio de 44.000 euros que conseguí hace dos años, concedido por The National Endowment for Science, Technology and the Arts (NESTA) y, más recientemente, otros 316.000 a través del concurso televisivo The Dragons Den, ahora tenemos unos ingresos medios anuales de 189.000 euros”.
Mientras otros hacen complicados estudios de mercado antes de lanzar sus productos, Champkins les pidió a los niños que diseñaran para él cómo sería el aula ideal. “Además de incluir en sus diseños ríos de chocolate y monos hablantes, todos los críos coincidieron en una cosa: querían sillas más cómodas”, explica. Entonces se fijó cómo un niño colgaba su mochila en el respaldo de la silla y así es como nació el diseño de chairpadbag, una mochila multiusos que también sirve de cojín y respaldo. Otros de sus productos son el bottlecolerpenholder (un estuche térmico en el que, además de lapiceros, los niños pueden guardar también sus botellas de agua) y los cavases, para mantener fresca la comida.
