Son grandes locomotoras a media máquina”. Así describe la situación de los mercados municipales Juan Antonio López, responsable de Comercio Urbano de la consultora Auren. Pese a sus privilegiadas ubicaciones, estos espacios languidecieron durante años arrollados por la gran distribución. Un tiempo que, sin embargo, no ha erosionado su prestigio como comercio de calidad y confianza, lo que permite que hoy la tienda tradicional defienda una cuota del 40,8% frente al 38,4% de los supermercados, según dato facilitado por Mercasa.
Algo se está moviendo… rehabilitaciones como las de los mercados de San Miguel y San Antón en Madrid los devuelven a la actualidad. Y lo que es más importante, los consumidores los apoyan con afluencias que en el mercado ubicado en Chueca, se cifra en 10.000 visitas diarias en fin de semana.
Mercasa contabiliza en España 1.300 mercados que integran unos 85.000 puestos de venta. Por jubilaciones, traspasos o desocupación, lo interesante es que un porcentaje está abierto a propuestas. Los más avezados ya se han percatado de este nicho y en su mayoría apuestan por negocios relacionados con la alimentación, desde conceptos gourmet a otros novedosos como la venta de vinos a granel o la comercialización directa de la huerta al consumidor.
Otros por conceptos de proximidad, desde arreglos de ropa a menaje, y los más osados irrumpen con propuestas como la venta de sushi o de libros de segunda mano al peso. Y es que los mercados saben que su revitalización pasa por dar entrada a nuevas generaciones que aporten valor y complementen la oferta. “El problema es que no hay profesionales del mercado, sobre todo en producto perecedero”, señala Víctor Manuel Alonso, gerente del madrileño mercado de San Fernando.
Para Inés Gómez-Acebo, directora general de Comercio de la Comunidad de Madrid, “en un contexto difícil como el actual, los mercados, como el resto del comercio, deben adaptarse a los nuevos hábitos del consumidor, apostando por la especialización y la calidad de los productos”. Y es que “los mercados ofrecen a los emprendedores un nicho de actividad diferenciado que da respuesta a las necesidades de los consumidores que buscan una experiencia de compra más personal”.
Incubadoras empresariales
Los ayuntamientos, propietarios de la mayoría de los mercados, son conscientes de que ha llegado la hora de dar valor a estas instalaciones. Un deseo que choca con una realidad económica adversa, lo que según los expertos obligará a dar entrada a la iniciativa privada. Lo explica Juan Antonio López: “No va a haber dinero público para grandes cambios, pero se captarán a nuevos empresarios. Ellos van a ser los motores del cambio. En los próximos años, los mercados serán incubadoras empresariales y no sólo en su interior, sino también en las calles que los circundan”. López constata que hay un movimiento emprendedor en torno a los mercados aprovechando la búsqueda de alimentación fresca y sacando partido a las limitaciones horarias.
Lo cierto es que la mayoría de las instalaciones aún opera con criterios conservadores. Los tenderos disfrutan de alquileres de 90 a 100 euros/mes de media, según datos de Auren, unas rentas que pueden amortizar en tres días de trabajo. Si consideramos que el dinero para el pago de la materia prima mensual se vende en semana y media, los negocios ofrecen una fácil viabilidad sin necesidad de asumir riesgos extras.
Esta cómoda situación paraliza, en ocasiones, su reforma. Los tenderos que defienden su status quo se niegan a ampliar horarios, dar entrada a un supermercado o asumir costosas reformas. De ahí la importancia de que los nuevos emprendedores conozcan los criterios de gestión del centro, si bien la modernización se impondrá.
Uno de los mercados con más prestigio de España es el de Santiago de Compostela, regido desde el año 2000 por una cooperativa. Marta Rey, su gerente, explica que todo el beneficio se reinvierte en la mejora del mercado. Esta filosofía ha permitido ofrecer servicios tan novedosos como la entrega a domicilio en toda España, la tarjeta regalo o el personal shopper: “Nos adaptamos a las necesidades del cliente”, explica Marta Rey.
Hostelería, imprescindible
En la actualidad trabajan en la reforma de un área para restauración. Una inversión de 5,7 millones para unas instalaciones llamadas a convertirse en centro de ocio hostelero de la ciudad que se licitarán este año. Santiago de Compostela se apunta a una de las tendencias más claras: completar la oferta de alimentación con zona de degustación.
El mercado de San Miguel fue pionero y en su transformación pasó a convertirse en lo que podemos calificar de “mayor barra de Madrid”. Más equilibrado, el Mercado de San Antón ofrece un mix comercial de comida preparada y restauración que pivota sobre la clásica oferta de mercado. El carismático Octavio Rodríguez, charcutero de toda la vida en el viejo mercado, fue el principal artífice en una transformación que, para muchos, es la referencia. “Lo único que hemos hecho ha sido recuperar el papel de eje del barrio que el mercado nunca debió perder. Hacer la compra apetece mucho más cuando se convierte en un acto lúdico”, asegura.