La idea original de Manuel González Rodríguez era montar una empresa de servicios de limpieza que procurase una ocupación a sus dos hijos mayores, entonces en situación de desempleo. A ello destinó parte de los ahorros que Manuel había logrado reunir como responsable de mantenimiento de un Instituto de Educación Secundaria en el municipio de Hellín (Albacete) fundando, a finales de 2013 comienzos del 14, Limpiezas González.
En principio, la empresa familiar se iba a dedicar a ofrecer limpiezas rutinarias en edificios de bancos, oficinas, colegios, comunidades de vecinos o similares. Así fue hasta que empezaron a recibir encargos procedentes de los Servicios Sociales y Justicia para realizar limpiezas más especiales. Ahí es cuando a Manuel González se le enciente la chispa y decide especializar la empresa con el foco puesto únicamente en atender limpiezas traumáticas y de síndrome de Diógenes.
Las limpiezas traumáticas son aquellas que se llevan a cabo en espacios en los que se ha producido una muerte violenta, un suicidio o, sencillamente, una muerte natural ignorada por los familiares provocando que pasen días o semanas antes de que el cadáver sea retirado.
En cuanto al síndrome de Diógenes se relaciona con un trastorno que conduce a las personas a acumular en sus domicilios artículos innecesarios hasta reunir grandes cantidades de basura y restos alimentarios y domésticos. Valga com ejemplo el vivido por esta empresa cuanto hallaron a un anciano intubado oculto debajo de cientos de botellas de agua y otros residuos guardados por el acompañante.
También aquí la captación de ‘talento’ es un problema
A nada de esto, asegura Manuel González, terminas acostumbrándote con la práctica y eso que pueden realizar al día una media de entre 3 y 5 servicios de este estilo, y en aumento. Casos escalofriantes para narrar no le faltan, de hecho han llevado la mayoría de los más mediáticos, de aquí que muchas veces les acompañen periodistas y escritores, “algunos de los cuales se han desmayado en cuanto se ha abierto la puerta”.
Lo mismo sucede con algunos de los candidatos que solicitan incorporarse a la plantilla, “que no pueden con esto y lo dejan antes de empezar”. Claro que también los hay que pagarían por trabajar en la empresa, pero tampoco estos les gustan por parecerles sospechosos de exceso de morbo.
Entiende Manuel que la falta de preparación y entrenamiento para afrontar escenarios como en los que ellos se mueven es una de las causas que llevan a la renuncia laboral, de aquí que ahora prefieran contratar a personas con experiencia como auxiliar de clínica “más acostumbradas a ver sangre y personas fallecidas”.
También se da el caso de empleados que necesitan durante un tiempo apoyo psicológico, como le pasó al mismo Manuel González, quien reconoce que atravesó una temporada en la que se echaba a llorar cada vez que llegaba a una puerta. Hasta los dos hijos mayores, aquellos para los que fundó la empresa, han terminado abandonándola por otro empleo diferente. Continúan en la compañía, sin embargo, sobrinos, nueras, primos…y el hijo pequeño de Manuel González, de 18 años, a quien el fundador confía en poder pasar el testigo algún día.
“Es que ves escenas muy duras, que impactan muchísimo, sobre todo cuando las víctimas son niños, que no puedes explicarte qué pasa en la cabeza de muchas personas”, dice Manuel. Los servicios acaban regresando todos al punto de partida, en silencio y en las furgonetas de la compañía. “Bueno, el que puede, porque hay algunos que prefieren volver en autobús para desprenderse un poco del olor de la muerte”. También dice González que cuando paran a comer algo en un establecimiento, sienten que llaman la atención por el hedor.
La profesionalización del servicio
El trabajo de Limpiezas González empieza cuando concluye el policías, forenses y jueces. Es entonces cuando dan aviso para ejecutar las tareas de limpieza y la cuadrilla entra protegida con epis, mascarillas y guantes y pertrechada de todos los productos de limpieza que utilizan. Entre estos, lejía pura, insecticida fuerte, vaporetas superpotentes y máquinas de ozono, entre otros.
Trabajan con diligencia y meticulosidad metiendo todos los restos biológicos que hallan en los contenedores pertinentes. Lo más urgente es acabar con la fauna cadavérica cuanto antes al objeto de impedir que esta se propague por las tuberías y se expanda por todo el inmueble.
Aunque no es lo mismo limpiar el espacio de un caso de autolisis con pastillas que otro con un disparo, en la mayoría de los casos les vale con una mañana para dejarlo limpio. Esto determina también las tarifas, aunque los casos de Síndrome de Diógenes pueden requerir más tiempo. “Al final, dejamos las habitaciones tan limpias y desinfectadas como las de un hospital” afirman.
Unos clientes muy peculiares
Aunque la mayoría de los encargos de limpieza proceden de familiares de la víctima o de las comunidades de vecinos, también en Limpiezas González reciben avisos de lo más variopinto. “Hemos llegado a recibir encargos de los mismos autores de un asesinato para que les limpiásemos nosotros la escena del crimen”.
Tampoco es infrecuente que les pidan discreción en la vestimenta y absoluta confidencialidad para casos de personas populares de alto standing o cuando el suceso se produce en un hotel.
Una empresa rentable
Desde que fundaran la empresa, Limpiezas González ha abierto delegaciones en las principales ciudades españolas como Madrid, Valencia, Granada o Zaragoza, entre otras, aunque Manuel se siente incapaz de dar una cifra exacta de los empleados que tiene ahora a su cargo, entre directos e indirectos. Tampoco habla del precio por servicio porque “depende” ni de facturación, cuestión que zanja con un “la empresa es rentable”.
Subraya, no obstante, que no siempre trabajan por dinero, y que durante la Covid llevaron a cabo numerosos servicios de apoyo a hospitales, residencias de ancianos y la UME y que en más de una ocasión han prestado servicio de forma desinteresada a familias con pocos recursos.
Nuestro particular ‘señor Lobo’
Aunque previamente surgió alguna iniciativa similar en nuestro país, en Limpiezas González se consideran pioneros en España en montar una empresa de estas característica. Sin embargo, con el discurrir de los años les ha ido saliendo competencia, rivalidad que el fundador no tiene muy en cuenta por considerar que adolecen “de la profesionalidad que nosotros tenemos”. Están legalmente autorizados para llevar a cabo estos servicios y lucen el sello ISO 14001 de gestión ambiental.
A sus 51 años recién cumplidos- el 7 de abril-Manuel González no se plantea por ahora dejar la empresa. Trabajo sabe que no le va a faltar porque la demanda es mucho mayor de la que pensamos y de la que se publica en los medios. De todo ello hablará en un libro que una periodista está escribiendo sobre él y su empresa porque, aunque haya sido a golpe de “vuelcos de estómago”, se ha convertido en una de las personas más versadas del país en materia de asesinatos, tipos de suicidio, manchas de sangre, olores o gestión de residuos y, como el personaje del señor Lobo de Tarantino, quien mejor resuelve este tipo de problemas.