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21 Mar, 2023

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Hasta ahora creías que lo más fino en materia de clubes deportivos eran 4.000 metros cuadrados de instalaciones con la tecnología más avanzada, una amplia sala de fitness, dos piscinas llenas de luz natural, un completo Spa, dos estudios para clases colectivas, un tercer estudio especial para spin con cincuenta bicicletas de última generación, una zona dedicada para niños, una zona lounge con cafetería, ordenadores con internet de alta velocidad, WiFi y parking gratuito. Estabas taaaan equivocado. Porque hay clubes deportivos y clubes deportivos.

Pegar unos cuantos tiros con las amigas los viernes

Estamos acostumbrados a hileras interminables de bicicletas elípticas, dispuestas en pelotones atrapados en una eterna etapa de transición, cintas de correr, toallas blancas con la textura de un erizo. Incluso nos hemos acostumbrado a un par de estanterías-expositores de cristal con cuatro camisetas, cuatro champús y un par de deportivas en exposición. Pero en ningún local de esos, seamos claros, te puedes poner a pegar tiros, ni con licencia ni sin licencia. Al menos no puedes hacerlo de forma legal. Ni tienes ahí una tienda de 650 metros cuadrados con lo último de lo último en armas de fuego. Ni tampoco tienes un restaurante tipo DiverXO (sin listas de espera oficiosas), ni te puedes fumar unos puros habanos a 200 euros el cigarrito. Porque eso es un club de tiro, dirás. No, no te has enterado. Si conoces los clubes de tiro sabrás que poco tienen que ver con los clubes deportivos de diseño, mucho menos con la restauración desestructurada, los copazos y los puritos habanos.

Esa es la propuesta del Frisco Gun Club, un club deportivo de Dallas que combina el lujo de los clubes de campo y los clubes deportivos de élite con el club de tiro. Vamos que no es habitual que un grupo de amigas dejen a los niños con los padres y se vayan de marcha a un club de tiro. ¿O deberían?