“La iniciativa surgió por diversión y por buscar una solución al suplicio de llevar la pesada bolsa”, recuerda Morales. Después de muchas pruebas, consiguieron el prototipo definitivo. “Y durante el proceso de la patente descubrimos que una empresa de EE UU ya tenía patentado un palo similar desde 1953”, confiesa Morales. Adquirieron varias muestras y lo probaron: “Nos quedamos sin palabras. Era el palo definitivo, difícilmente mejorable. Sentimos haber perdido el tiempo y tristeza al comprobar que nuestra idea no era tan nuestra, además era mejor del que hubiéramos podido fabricar”.
¿Y qué hicieron? “Llegamos a un acuerdo con la compañía para venderlo en exclusiva en la Unión Europea. Tenemos clientes de todo tipo, desde jugadores hasta empresas que nos compran palos personalizados”.