La técnica la recogen Steve Portigal en su libro El poder de las malas ideas (The power of bad Ideas) y el consultor Ángel Gavin en su blog El miracielos.
La teoría parte de la base de que “caballo negro” es la denominación con la que se refieren en el mundo anglosajón a ese caballo que compite en las carreras pero por el que nadie apostaría, la idea mala sería el equivalente. Es decir, proponer una idea, en principio absurda o mala, para provocar una reacción, argumentada o también absurda, del resto de los integrantes del equipo.
Se trata, pues, de una táctica que pueda trasladarse a sesiones de creatividad o brainstorming para la búsqueda de nuevas soluciones o desbloqueo mental. Una mala idea tiene un poder detonante del que caben esperarse dos tipos de respuesta: una hiperbólica, del tipo y yo más, y otra razonada. Así, a una propuesta de, por ejemplo, celebrar una boda en un McDonald’s, podría contestarse con un “no, mejor en la Tasca de Pepe” o con un “pero cómo vas a traer a mi familia de Canarias para ir a un McDonald´s”. En ambos casos, la mala idea desencadena una reflexión que genera otra idea, por tonta que parezca.
El ambiente de discusión será, como siempre en este tipo de sesiones, distendido y sin coacciones que puedan reprimir la espontaneidad de los participantes. Portigal habla incluso de permitir que fluyan respuestas sin límite alguno y que podrían ser perjudiciales para la empresa, inmorales o peligrosas para los clientes. De lo que se trata es de romper el hielo y de liberar la mente.
Pero, además de propiciar el pensamiento divergente, opina Portigal, que el experimento ayuda a desvelar prejuicios implícitos y patrones de comportamiento. Refiere Ángel Gavín en su blog, un workshop de malas ideas de Portigal donde pidieron a los participantes “que propusieran y describieran en un papel una idea mala. Después cada participante pasó esa idea mala a otro asistente, y se pidió a todos que analizaran las condiciones bajo las cuales esas ideas malas podrían ser buenas. Los resultados, cuenta Portigal, fueron espectaculares. Que la idea sea buena o mala depende de los prejuicios, las hipótesis que asumamos por buenas. La misma idea, analizada bajo el prisma de una situación nueva, puede ayudar a proporcionar soluciones en situaciones quizá no comunes, pero sí que merezcan la pena. Sobre todo para quienes las sufren”.