Ysi no, que se lo digan a la zootecnista Liliana Aristizábal, técnica que se ocupa del estudio de la producción de animales, así como de sus derivados (carne, huevo, leche, piel, etc.), teniendo en cuenta el bienestar animal.
Aristizábal empezó en 2008 a recoger en el museo de entomología de la universidad colecciones de mariposas que se desechaban para convertirlas, gracias a una técnica desarrollada por ella misma, en joyas y accesorios. “Era la posibilidad de fusionar conocimientos científicos, ambientales y culturales con la moda, determinando así el factor diferenciador de la empresa. Además, también promovemos conceptos enmarcados en la tendencia de lo ecológico”, explica.
En poco más de tres años, esta empresa familiar ya tiene presencia en Estados Unidos, Costa Rica, Chile y Venezuela, y dentro de poco tienen previsto introducirse en el mercado español. “Ofrecemos algo diferente. Inmortalizamos la belleza natural creando piezas únicas, que además de tener valores intangibles ayudan a la conservación de especies, mostrando la diversidad colombiana como un factor para la proyección económica del país”, dice orgullosa esta emprendedora, que obtuvo el dinero inicial para invertir (poco más de 2.000 euros) en un concurso de inversores. “Un año después, aumentamos la inversión 10 veces y hemos terminado 2011 con ingresos de 60.000 euros”, añade.