Han trasladado la sede de la academia de su antiguo emplazamiento en Alcobendas a la calle Juan Duque, en Madrid, aprovechando el clúster de innovación que se está configurando en la zona en torno a Campus Madrid, y en cuyas proximidades se ha abierto también el coworking Spaces Río. Pero la especialidad de KeepCoding es formar a desarrolladores, independientemente del sector del que procedan, edad, género o formación académica porque ellos enseñan a programar desde cero.
A Fernando Rodríguez, CLO (Chief Learning Officer) y cofundador de KeepCoding junto a Adriana Botelho, CEO, le gusta comparar la academia con un Centro de Alto Rendimiento trasladado al entorno de los desarrolladores. A sus formaciones las llaman bootcamp, pero saben que es un nombre muy desafortunado teniendo en cuenta que la expresión procede de la instrucción militar y hace referencia a formaciones cortas, muy intensas y presenciales, cuanto lo que hacen en KeepCoding es todo lo contrario.
Las especialidades
También sus cursos son intensos, pero se prolongan por espacio de 10 meses. En cuanto a los alumnos que desean matricularse solo les piden dos cosas: ganas de aprender y de trabajar. Una vez asegurado esto, luego ya pueden elegir entre la formación en desarrollo web, en desarrollo mobile o big data/machine learning. En este último caso se requieren ya ciertos conocimientos matemáticos que ellos mismos aportan. La intención a la vuelta del verano es añadir a la oferta formativa la especialidad de blockchain estando convencido Fernando Rodríguez de que ésta es la tecnología con mayor potencial a futuro. Quieren también incorporar a los niños a su alumnado con programas específicos.
La comunidad de KeepCoding la constituyen los más de 20.000 alumnos que han pasado ya por la academia desde que abriera sus puertas hace 5 años, primero en EE.UU y luego en España. La mayoría de ellos motivados por la empleabilidad antes que orientados a la creación de negocios. En esta línea, y según Fernando Rodríguez, el éxito es rotundo, “superior al 100%, en el sentido de que formamos a menos desarrolladores de los que nos demandan. Tenemos una bolsa de empleo con la que hacemos un seguimiento de los alumnos a largo plazo. Por eso sé que a muchos de ellos les ha cambiado la vida”.
Las claves del éxito
En cuanto a las claves que proporcionan los felices resultados de la academia, Rodríguez subraya las siguientes: “Primero, no nos limitamos a enseñar el lenguaje o la tecnología de moda sino que abrimos el abanico a una gran variedad al objeto de que los alumnos tengan una amplia visión sobre lo que puede necesitar el mercado y sean capaces de acompasar la evolución y adaptación al mismo. Somos conscientes de que un programador no puede parar de reciclarse. Otra cosa es que enfocamos la formación al producto, real y vendible”. Al finalizar el curso cada alumno debe presentar un Producto Mínimo Viable (MVP) “que es la forma chachi de decir prototipo, pero que debe ser un proyecto real y sustancial para llevarse al mercado. La mayoría de las veces es un producto ya terminado”.
Le avalan también al CLO 20 años de experiencia como programador y otros 7 como formador de desarrolladores habiendo concebido una metodología propia que se conoce como método blended, también en eterno proceso de implementación, y que hace referencia a un modelo híbrido de aprendizaje en el que combinan el trabajo en línea con el presencial. “Es una mezcla de lo antiguo con lo moderno, cogemos lo mejor de cada entorno”, dice. Ello permite a los alumnos compatibilizar sus trabajos con la formación así como no estar sujetos a un ámbito geográfico determinado. “Tanto hemos tenido alumnos que estaban en una base militar de Afganistán o en la Patagonia chilena como otros que viven al lado”.
En cuanto a las aspiraciones de los alumnos ya se ha dicho que a KeepCoding llegan más con voluntad de trabajar por cuenta ajena que de emprender. “Esto es algo que nos sorprendió bastante y nos obligó a rediseñar parte del programa docente. Tenemos una diáspora por Europa y EE.UU bastante grande porque muchos quieren marcharse a otros países en busca de un empleo de calidad. Pero la mayoría que llegan lo hacen porque tienen un trabajo que no les satisface, por el motivo que sea, con una media de edad en torno a los 30 años, y muchos procedentes de áreas que nada tienen que ver con la tecnología”. Los hay también que llegan con estudios universitarios en informática o telecomunicaciones, pero inadecuados para lo que demandan las empresas.
Casos de éxito
Testimonios que respaldan las declaraciones de Rodríguez hay muchos. Tal vez sea el de David Torguet uno de los ejemplos más claros para ilustrar la radical transformación profesional que, con más de 40 años, le procuró el paso por KeepCoding. “Yo creo que he trabajado de todo, en una gasolinera, en una panadería, vendiendo pisos…lo último fue entrar en Aguas de Barcelona para el mantenimiento del alcantarillado. Ahí es cuando dije, yo quiero salir de la mierda, literal, no metafórica”, cuenta. Así es como empezó a formarse como programador a base de mucha voluntad y perseverancia. Al final le llegó una oferta de trabajo desde SEAT donde hoy ejerce como Project Management Office. Aun así dice no haber tocado techo. El ‘gusanillo’ lo tiene ya inoculado y sigue levantándose cada día entre las 5 y 6 de la mañana para seguir avanzando.
Julio Martínez Ballester, fue alumno de Mobile en la I Edición. Después de finalizar sus estudios de informática en la universidad y realizar un máster en sistemas multimedia comenzó un proyecto con un grupo de amigos para crear la startup GestionaTuLiga. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaba lo suficientemente formado en las nuevas tecnologías como para llevar esta empresa a buen puerto. Así es como Julio se incorporó a KeepCoding. Ahora ha dado el salto a trabajar en EEUU.
Cuando Jorge Miguel Lucena entró en la academia su experiencia con el mundo de la programación se limitaba a una experiencia de hacía 10 años.Hoy lidera un equipo de trabajo tanto con desarrollo iOS como Android. Otra caso que puede citarse es el de Eugenio Barquín, un bilbaíno de 38 años en paro que ha logrado reciclarse y volver al mercado laboral trabajando de desarrollador iOS.