En los últimos meses parece que hemos pasado del “tonto el último” en marcharse del mercado inversor español al “tonto el último” en invertir en activos nacionales. Hasta la piel de toro llegan dineros procedentes de todos los rincones del planeta, desde los que salen de bolsillos de empresarios individuales como Bill Gates en FCC, Carlos Slim en los activos inmobiliarios de La Caixa y en Gas Natural o George Soros en varias carteras inmobiliarias; hasta los agrupados en fondos de inversión que llegan desde Singapur (Temasek) o Argelia (Sonatrach), que se han hecho con importantes paquetes de Repsol y Cepsa, respectivamente.
Pero, el capital también viene desde dentro de la UE, como la compra por parte del KG EOS Holding de Alemania de la línea de recobros del Banco Popular; la operación cerrada por la holandesa AEGON, haciéndose con los seguros y reaseguros de Santander; la adquisición por parte del fondo estadounidense Apollo del banco cívico EVO y de Finanmadrid, de Bankia, o la más reciente compra de la filial de Telecomunicaciones GNFT de Gas Natural Fenosa por el fondo europeo Cinven. Y esta corriente no afecta sólo a las grandes: en el ranking de los últimos 25 exits de startup españolas, la mayoría de los compradores son extranjeros.
La pregunta es obvia: ¿España está de saldo? Como explica Manuel Romera, director del Sector Financiero del IE Business School, “hemos pasado de un 2012 deficitario a un 2013 con un aumento de la inversión procedente del exterior del 8,2%”. Y subiendo, puesto que las previsiones para el 2014 oscilan entre los 30.000, que prevé el Gobierno, y los 40.000 millones, que cifra la consultora Deloitte, autora del informe La inversión extranjera en España y su contribución socio-económica, basándose en fuentes del Banco de España. ¿A qué se debe este fenómeno?
Siguiendo con Romera, hay varias razones claras: “la productividad española se está incrementado como en casi ningún país con una capacidad salarial que ha bajado mucho. A ello hay que añadir un entramado bancario saneado y una calidad de vida innegable.”
Para Juan Carlos Amaro, profesor de Control y Dirección Financiera de Esade, en esta bonanza ha influido “el hecho de que el futuro macroeconómico global de España se percibe más seguro. Además, hay unas expectativas de generación de beneficios a medio/corto plazo importantes e indicios reales de que hay un crecimiento, aunque sea débil”, concluye.
Ventajas contrastadas
Opiniones aparte, hay algunas ventajas reales claras, como recoge el informe España, un destino atractivo para la inversión extranjera, de Marca España. Según el FDI Restrictiveness Index del 2012, nuestro país es la novena economía de la OCDE que menos obstáculos pone a la llegada de capitales. Además, tiene una posición geoestratégica envidiable, como puerta de entrada hacia Latinoamérica, África y la UE para empresas extracomunitarias.
Contamos con una infraestructura viaria y ferroviaria impecable, una moderna red de puertos y aeropuertos, 80 parques tecnológicos, un activo muy valioso que es el talento y una mayor competitividad de las empresas, con menos costes laborales. Si a ello añadimos la caída de los precios de naves y oficinas, el cóctel es muy apetitoso.
Ahora toca conseguir que este flujo de inversión aumente la riqueza.