Peter Heeren Montagu vivió una temporada en Londres para formarse como florista. Luego regresó a España y montó un primer negocio en la localidad de Brunete donde tuvo oportunidad de comprobar la aceptación de la idea. Hace dos años que decidió trasladar el negocio al barrio de Malasaña, en Madrid, y ahí permanece envuelto en un acogedor ambiente entre flores y botellas de vino, que es lo que, obviamente, vende Wines&Roses.
De apellidos holandés y americano, cuenta Peter Heeren que fue su madre quien un día le contó la historia de la película protagonizada por Jack Lemmon y Lee Remick, ‘Días de vino y rosas’ y, aunque la película al final es un ‘dramón’ a él le sugirió la idea que buscaba para emprender.
El primer establecimiento lo abrió en la localidad de Brunete como una floristería de autor donde dispensar bouquets y ramos y otros preparados de floristería acompañados de vinos exclusivos, la mayoría españoles, champán o cava y algún otro detalle, como chocolate. Todo ello incluye en cestas o cajitas de maderas antiguas que componen el regalo “perfecto para ocasiones especiales”.
Tras comprobar la acogida del producto en el mercado, Heeren Montagu decidió hace dos años instalarse en Madrid, en el barrio de Malasaña. Se trata de una tienda pequeña, con poco más de 35 metros cuadrados que requirió una inversión de, aproximadamente, 20.000€, aunque el efecto que produce el establecimiento sugiere un desembolso mayor. “Es cuestión de ser un poco original, darle vueltas y de investigar más que de gastar mucho”, confiesa. El concepto del negocio es más floristería que enoteca y, aunque está ultimando los preparativos para un e-commerce, tiene claro que lo suyo no es competir con grandes distribuidores, sino que persigue un crecimiento orgánico.
Apunta a clientes de clase media-alta con edades de entre 30 y 50 años, aunque también se está posicionando en el sector de bodas. Si sus precios son “un pelín más altos”, como él mismo dice, se debe a la diferenciación de sus productos y a la presentación de los mismos. “No voy a competir con otros más grandes ofreciendo lo mismo”, es el sensato argumento que ofrece.