“Muchos oyentes llamaron a la emisora para decir que tenían abejas andando por el suelo de sus jardines. El experto del programa explicó que era porque estaban cansadas, ya que la población había mermado en los últimos años y ahora tenían que trabajar más”, recuerda Hutchinson.
Después de estudiar el problema, este emprendedor llegó a la conclusión de que las abejas necesitaban un nido en donde descansar y beber agua azucarada para reponer fuerzas. “Mi trayectoria siempre ha estado relacionada con el diseño y la naturaleza, así que me propuse crear un nido que, además de tener un atractivo diseño, fuera funcional (el agua de lluvia no puede entrar en el nido y licuar el néctar).
Con una inversión inicial de 11.000 euros, y abogando a la conciencia medioambiental de los británicos, Hutchinson vendió 5.000 nidos sólo en los dos primeros días (45 euros por unidad) y teniendo en cuenta que Bee Station sólo lleva cuatro meses de actividad, las expectativas de negocio son muy positivas.