Sergio Mayenco dirigía una empresa que operaba en el mercado del empastillado de productos para piscinas. “Vimos que en Europa se consumía mucho este tipo de producto y que los precios de venta eran altos”. Decidió comprar el 100% de la sociedad y centrarse en fabricar y vender pastillas para desinfección e higiene. “Fundamentalmente, fabricamos pastillas sustitutivas de la lejía líquida. Cada pastilla de lejía sólida reemplaza al típico chorro de lejía que se echa en un cubo de fregar de ocho o 10 litros. Se trata de una innovación en producto, que en España apenas se conoce, pero que en países de nuestro entorno, como Francia, Inglaterra o Italia, se venden en grandes cantidades. Y están disponibles en centros comerciales”, explica Mayenco. Este ingeniero industrial aprovechó el know-how que tenía su anterior empresa en la fabricación de pastillas con máquinas rotativas y se dedicó a buscar clientes de gran consumo (grandes superficies) en los que introducir el producto. “Hay que tener en cuenta que un bote de 160 gramos con 48 pastillas [como el que muestra en la foto], equivale a cuatro litros de los líquidos convencionales, con lo que se consigue un ahorro en envase y en transporte, reducción del peso de la cesta de la compra y, por tanto, una reducción en el coste medioambiental”.
Mayenco hizo un análisis de costes, pidió precios a los proveedores, tanto de materias primas como de envases. Consultó precios de compra y venta a cliente final, “y vimos que podríamos ser competitivos por costes de producción y de estructura”. Este emprendedor sabía, además, que su mercado natural era la exportación y, desde 2012, año en el que se lanzó, el 95% de su facturación procede de Francia, Bélgica, Portugal, Italia y de varios países africanos. Y trabaja para llegar a más países de la Unión Europea, Latinoamérica, EE UU y Asia.
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La inversión inicial fue de unos 700.000 euros