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23 Mar, 2023

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Innovar en el sector de la consultoría sin tener que recurrir a la tecnología. Y centrándose en proyectos de Desarrollo Local. Venga, hombre, ¿cómo no íbamos a pensar que esta es una empresa de futuro? Lo raro es que no escribiéramos sobre ella en el dossier que dedicamos a empresas innovadoras españolas hace unos meses. A veces la innovación pasa por entender con quién estás trabajando y en usar algo tan sencillo como una pelota de tenis para conseguir que personas acostumbradas a hablar al mismo tiempo y a un volumen altísimo por su trabajo, sencillamente escuchen y hablen por turnos. A muchos periodistas nos vendría de fábula.

“Trabajando en consultoría hay dos características comunes. Una es la parte ‘deshumanizada’, algo que a nosotros no nos gusta; se habla de tecnología y de metodología en un mundo muy tecnificado, pero en desarrollo local hay una perspectiva humana y a veces se olvida esa perspectiva. Éste es el hándicap que nos encontrábamos en los proyectos de Desarrollo Local –y hablo de servicios sociales, de creación de empresas, de turismo–. Otra es que los cuadros directivos de las consultoras están formadas por hombres. Esto que puede sonar como una tontería, nosotras consideramos que genera una serie de indeficacias en cuestiones de sensibilidad. Nosotras creemos que aportamos una sensibilidad especial como mujeres a los proyectos y tenemos una percepción que nos hace ir más allá de lo que tenemos delante, como un sexto sentido o una intuición para saber llegar a colectivos. Esto se nota en trabajo de campo, no en despacho. En trabajos de campo, por ejemplo, en proyectos de igualdad o de microturismo hay mucho contacto humano y ahí es necesaria una parte de sensibilidad para poder crear empatía”, explica Fátima Rodríguez, fundadora de la consultora Promove.

“Somos capaces de llegar y mimetizarnos con los colectivos con los que trabajamos… si no les conoces, puede que cuando te vayas, la formación no haya servido para nada. Es más importante profundizar en las cualidades humanas que en las tecnológicas para este tipo de Desarrollo Local. El valor del trabajo en consultoría es la flexibilidad para adaptarse a los clientes, a los intermediarios, al público objetivo, a las idiosincrasias locales o sectoriales, etc.

Por ejemplo, no es lo mismo formar a gerentes de destinos, que a técnicos de información, empresarios o concejales de turismo. La diferencia entre formar a cada grupo por separado o a todos al mismo tiempo, requiere de enfoque, estrategia y una metodología distinta para cada caso. Si hablamos de emprendedores, tenemos diseñados proyectos de innovación en la formación y tutorización de emprendedores, más allá del e-learning. Una excursión organizada a empresas de un sector determinado puede ser más eficaz para mostrar buenas prácticas y establecer redes, por ejemplo.”, defiende Rodríguez.