Iker Zubizarreta y Oscar Repiso, ambos de 23 años, son los fundadores de Speed4lifts. Más adelante se sumaría como socio estratégico David Marchante, autor del libro Ponte en forma sin perder el tiempo, entrenador (INEF-UPM) y profesor de ciencia del entrenamiento en ICNS. Esto fue después de que el powerexplosive más popular en nuestro país y récord Guiness en la dominada más pesada viese el prototipo del encoder desarrollado por Óscar e Iker.
Las ventajas parecen claras. Si un encoder convencional, como el que utilizan los deportistas de elite para sus entrenamientos, es un dispositivo voluminoso, que requiere estar conectado a otro dispositivo para ver las mediciones, con un protocolo de medición que no es siempre fiable y cuyo coste de adquisición oscila entre los 3.000 y 4.000€, el producto lanzado en junio de 2017 por Speed4lifts es un encoder lineal que cabe en la mano, portable gracias a la conexión inalámbrica, con un 99,6% de precisión en las métricas y al precio de 300€.
Útil para entrenar a cualquier deportista, bien sea que quiera saltar más alto, correr más rápido o cualquier otra práctica que requiera fuerza, el suyo analiza distintas variables, como la velocidad de ejecución, para determinar el estado del deportista en ese momento. Sabedores de que los cuerpos varían y que, incluso, uno solo puede cambiar de un día a otro, el dispositivo de Speed4lifts ejerce de entrenador personal indicando el tipo y tiempo de ejercicio que conviene practicar ese día. Es decir, cuál es el estímulo que más te va a ayudar para mejorar sin pasarte de la raya.
El emprendimiento, no obstante, llegó por casualidad. Amantes del deporte pero sin recursos suficientes como para comprarse un encoder de 4.000€, Zubizarreta, ingeniero electrónico, se fabricó un prototipo con una caja de zapatos. Era todavía una cosa muy rudimentaria, pero todos sus conocidos empezaron a pedirle que les proporcionara otro similar. En vista de la aceptación del producto, Oscar Repiso, ingeniero en computación, propuso fabricarlo en 3D y mejorar el desarrollo del software para el móvil. Se pusieron así manos a la obra en la casa de la abuela de uno de ellos.
A punto de morir de éxito
Meses después contaban ya con un dispositivo bastante más sofisticado que el anterior, pero todavía un Producto Mínimo Viable (MVP). Para hacer la prueba de cómo funcionaría en el mercado, antes de adentrarse en la fabricación, subieron una fotos y la información en Instagram y a las pocas semanas contaban ya con más de 200 pedidos. Fue entonces cuando se trasladaron a un garaje “o algo peor”, y empezaron a duplicar la jornada de trabajo para fabricar y montar todos los dispositivos y abastecer la demanda conseguida con la preventa. Aunque el coste de adquisición para esos primeros clientes fue de 200€, el fallo estuvo en que era todavía un producto precario y con fallos.
La crisis la resolvieron hablando con cada cliente y haciendo las devoluciones económicas o reparaciones reclamadas. “Aún así, el feedback fue muy positivo”, dice Repiso, aunque, también es cierto, algunos de esos preciados clientes se quedaron por el camino.
La nueva versión ya revisada, ahora al precio de 300€, la lanzaron en noviembre de ese mismo año manteniendo el modelo de preventa y haciendo solo uso de instagram para darse a conocer. Ahora fueron 300 los dispositivos demandados cerrando al final el ejercicio con una facturación de 100.000€.
Ahora saben que el acierto de su startup fue asegurarse de que el producto tiene mercado, pero que erraron al precipitarse. Por eso ahora andan con más calma, intentando cerrar todo el proceso y la infraestructura necesaria para abastecer la demanda. Todo lo ganado lo han reinvertido hasta ampliar el equipo a 5 personas y mudándose a unas nuevas instalaciones. Quieren también externalizar la fabricación y el montaje para centrarse solo en el core business.
El problema es que saben que tienen competencia, ningún gran actor de momento, pero su deseo es adelantarse por lo que hablan ya de abordar la internacionalización antes de que concluya el año actual. Claro que para ello necesitarán dinero, y en ello están para, después, “empezar a darle caña”.