“Somos una empresa de delivery (entrega) de los tiempos modernos”. Con estas palabras resume Clément Benoit la empresa de la que es CEO, Stuart. Por tiempos modernos hay que entender un servicio de envíos a demanda que se vale de repartidores (drivers) autónomos que reducen los tiempos de entrega a media hora en las ciudades y lo hacen a un coste mucho más económicos que los grandes actores del mercado.
La media de los trayectos está entre 1,5-1,8 km y el 80% de los mismos se realizan en bicicleta mientras que, el 20% restante, se efectúan en moto o en vehículo convencional. Hasta aquí, nada nuevo. Soluciones de ciclologística hay bastantes y ofertas para autónomos interesados en ingresos extra, también. ¿Cuál es entonces la diferencia que anima a Clément Benoit y a su socio Benjamin Chemla a sacar pecho? “La tecnología- afirma rotundo Benoit. “La solución de la última milla no es sólo una cuestión de desplazarse en bicicleta o en moto por las ciudades. Es cuestión de optimizar los procesos y de tecnología” y ellos parecen tenerla.
La batalla: con la tecnología y los costes
“Hemos desarrollado un algoritmo que permite optimizar al máximo el recorrido de los driver de tal modo que, si está haciendo un reparto de un punto A a un punto B y de repente entra un encargo de C a D, el algoritmo es capaz de detectar al repartidor mejor posicionado para efectuar doble servicio sin desviarse en prácticamente el mismo tiempo. Acabamos así con los tiempos muertos y maximizamos la rentabilidad obtenida por los trabajadores. Pero, además, la optimización de la ruta permite abaratar notablemente los costes a nuestros clientes, los ecommerce y cualquier otro comercio”, explica el CEO. La batalla con los grandes la libran, pues, con la tecnología y los precios. “La oferta de muchos de los grandes está en una franja de 4 horas al día siguiente de la compra por un coste de 10-15€ mientras que nuestro servicio de entrega es de media hora, el mismo día que se efectúa la compra, por un precio de 3,5-4€”, es la comparativa abrumadora que defiende Benoit. “Nosotros reventamos los precios, pero el secreto está en la tecnología que los otros actores no tienen”, insiste.
En cuanto a las vías de monetización los ingresos proceden de la comisión que aportan los comercios por el servicio. Una parte va destinada a los repartidores a quienes dicen ofrecer “un trabajo divertido, que les permite hacer deporte recorriendo ciudades chulas y ganar dinero. Te aseguro que están contentos porque la eficiencia del sistema es brutal”. Disponen, asimismo, de flexibilidad para estar o no disponibles y rechazar los servicios que no les interesen.
Ronda de 22 millones
La empresa de origen francés, nació hasta 18 meses, tiempo que les ha sido suficiente para pasar de 2 a 100 empleados -cerca del 40% ingenieros- y operar ya en 5 ciudades: París, Londres, Lyon, Barcelona y Madrid. Además de la escalabilidad, Europa va inserta en su ADN de manera que los planes para 2017 contemplan el desembarco en otras 7 y 8 grandes capitales del continente. “De momento, no queremos ir más allá”. Destacar también que, en una única ronda de financiación, levantaron 22 millones de euros.
No es la primera startup en la que Clément Benoit y Benjamin Chemla coinciden. Ya lo hicieron en otra precedente que acabaron vendiendo poco antes de acometer el nuevo proyecto. “El reto no es el dinero, ese ya lo conseguimos. El reto ahora es la escalabilidad y hacer de Stuart una empresa grande. No ‘una’ sino ‘la’ solución definitiva al problema global de la última milla”.