Están convencidos de que el futuro del empleo pasa por saber programar. Esa es la razón que justifica el proyecto de The Ifs, un juguete educativo con el que los niños a partir de 2-3 años aprenden a programar antes que a escribir.
The Ifs es el nuevo proyecto con el que Makeroni Labs quiere introducir en los niños, desde edades muy tempranas, el pensamiento computacional binario y la estructura condicional. De ahí el nombre (en inglés) del proyecto dado que uno de los principios de básicos de la programación consiste en la causa-efecto, es decir que algo suceda después de ejecutar determinadas acciones. Siguiendo esta norma, lo que ellos han concebido es un juguete educativo que integra a 4 robots con forma de cubo que simula a una familia de 4 miembros. El kit se acompaña de una serie de fichas con las que los niños van programando, de forma tangible, condiciones y acciones. Solo hay que intercambiar las fichas en la ranura de los robots.
Así, por ejemplo, el niño puede poner como condición dar dos golpes al robot para conseguir que se ilumine, o que emita un sonido de alarma al ponerlo boca abajo. La capacidad de respuesta se consigue a través de la incorporación de sensores y las fichas. Esto es a lo que se refieren con la programación tangible, a la ausencia de cables y pantallas. Además, los cuatro robots pueden representar infinitos personajes, todos los que sea capaz de generar la creatividad del niño, dado que son repromagables.
Esther Borao, Luis Antonio Martín Nuez, Borja Latorre y Fergus Reig son los autores de este primer juguete educativo con el que Makeroni busca que los niños pasen de ser usuarios de la tecnología a crear su propio mundo además de prepararlos para los trabajos del futuro. “Es que, entre los tres y los siete años, los niños no aprenden a programar porque no saben leer”, dice Borao. “Ahora podrán hacerlo con ‘he Ifs y con toda su creatividad. A la vez desarrollan el pensamiento lógico”, algo, según la programadora, “necesario para la nueva revolución industrial que acaba de empezar”.
El primer prototipo se desarrolló durante 5 meses en el Centro Santander Yuzz, con la colaboración de la Universidad de Zaragoza y el Ayuntamiento de la localidad. El proyecto ya es ganador de ‘Ideas Camp’, pero ahora quieren empezar a fabricarlo. Para ello han puesto en marcha una campaña de crowdfunding en la plataforma Goteo con la que esperan poder financiar el desarrollo y acometer la producción. Más adelante podrían organizar otra campaña al objeto de llegar a las jugueterías en 2018 y a los centros de enseñanza.
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