El lujo aquí no consiste en una ostentosa cristalería ni en grifos de oro sino en despertar por la mañana con un ventanal a los pies de la cama desde el que contemplar la naturaleza, caminar escuchando los árboles o ver atardecer desde un paraje privilegiado donde una habitación de 26 m2 se convierte en un amplio mirador en el valle de Guadalest, en la provincia de Alicante. Lo denominan “lujo perceptivo”.
Daniel Mayo, arquitecto, ha dedicado 5 de sus 29 años a investigar la aplicación de la sostenibilidad en la arquitectura. Comenzó con la vivienda sostenible, posteriormente trasladó sus diseños a la vivienda post catástrofe natural y acabó patentando un sistema de vivienda desmontable que, al estilo Ikea, se enviaba por piezas para ser ensamblada en el lugar de destino con uso turístico y como arquitectura efímera para eventos. Este último fue el proyecto seleccionado por Lanzadera en su programa de apoyo a jóvenes emprendedores. Pero pasó que cuando faltaban 3 meses para terminar el programa de aceleración, y ya con datos de facturación disponibles, Daniel Mayo se sintió insatisfecho. No quería limitarse a la fabricación de alojamientos sino gestionarlo todo, desde el entorno que los acogiera hasta el uso que se les daría.
Los riesgos de pivotar
Diseñó casi a escondidas el proyecto del hotel y cuando lo tuvo presentó en Lanzadera su nuevo modelo de negocio que saltaba de la arquitectura al sector turístico. Tanto viraje no hizo mucha gracia en la aceleradora pero accedieron al pivotaje a condición de que hallara el enclave adecuado en el plazo de los tres meses que le quedaban de programa. Recorrió muchos kilómetros para encontrarlo al final en Fotocasa, donde se anunciaba la venta de una antigua reserva de animales de 84.000 m2.
La prueba fue más que suficiente para que Lanzadera supiese apreciar el carácter emprendedor del joven segoviano y apostara definitivamente por el proyecto, pasando a participar con 1,16 millones de euros de Angels, el instrumento inversor de Juan Roig.
Daniel Mayo respiró pero sólo para inspirar más hondo y emprender el sprint final. “Corríamos el riesgo de que el proceso de construcción se alargara en el tiempo, lo que supondría la muerte de la empresa. Los tiempos normales para la construcción de un hotel, entre 2 y 5 años, eran inasumibles para una startup. Necesitábamos abrir cuanto antes, porque nuestros recursos económicos eran limitados y nuestra única fuente de ingresos provendría del hotel en funcionamiento”.
Construcción a contrarreloj
La ejecución del proyecto comenzó el 13 de junio de 2014 y el pasado 29 de junio abría las puertas Vivood Landscape Hotel, la suma de las palabras de “nuestro espíritu vivo” y Wood que simboliza “nuestros valores sostenibles representado en la presencia de la madera como material predominante en nuestros proyectos”. Sin campañas de ningún tipo el mes de julio registraba un 50% de ocupación y un 80% el mes de agosto al precio de 170€ la noche.
Se trata de un hotel sólo para adultos que, en contra de las expectativas, atrae más turistas españoles que extranjeros.
El complejo consta de 25 suites en forma de módulos integrados en la naturaleza, de diseño minimalista pero con todas las comodidades y tecnología convencionales. La idea es abrir otros 3 hoteles similares en el plazo de 5 años, donde seguirán implimentando los avances de la arquitectura modular ecológica. Todo un reto arquitectónico, turístico, paisajístico y empresarial.