Una moneda virtual que no pertenece a ningún país ni institución, lo que podría convertirla en la alternativa perfecta a los paraísos fiscales al no estar sujeta a ningún tipo de fiscalidad ni control sobre quién es su propietario. El bitcoin fue creado en 2009 por Satoshi Nakamoto, alguien tan virtual como su moneda, ya que no se sabe quién es.
Ese anonimato no ha impedido que su idea triunfe en el mercado de las cotizaciones, en Internet y en la vida real: ya la aceptan comercios como Starbucks, Wall Mart o e-commerces como UtensiliosCocina.es o Paraguas.es. Y su cotización ha subido como la espuma en los últimos años: en 2009 un bitcoin valía dos dólares; el pasado abril alcanzó los 270 dólares (aunque a los pocos días cayó hasta 105). Vaivenes típicos de una nueva moneda que no han impedido que muchos expertos aseguren que esta moneda, virtual y global (se puede intercambiar en todo el mundo sin restricciones) es la más segura de todas.
Refugio matemático
Pero el funcionamiento de la moneda puede chocar con la cultura de tocar el dinero con las manos. El bitcoin es completamente virtual. No necesita ningún banco en el que depositarse (el propietario los almacena en sus propios soportes informáticos: pc, tablet… Y el intercambio se realiza con el sistema P2P que emplean los usuarios de Internet habitualmente para intercambiar archivos musicales y películas. ¿Qué es lo que la hace tan segura?
Para los expertos, el hecho de que se trate de una moneda cifrada, un código criptográfico controlado por sistemas matemáticos muy complejos para evitar fraudes: que nadie pueda vender dos veces una misma moneda. También el que su valor dependa de la oferta y la demanda, sin intereses de ninguna institución. De momento ya existen 11 millones de bitcoins, la mayoría gestionados por la firma Mt.Gox.