Dejando a un lado el miedo físico, que nos ayuda a sobrevivir y evita que saltemos por los precipicios, nuestros miedos están habitualmente fundamentados en creencias no siempre establecidas sobre una base real. Las creencias, como reglas que marcan nuestras vidas, pueden ser limitadoras o potenciadoras.
Pedro Amador, en su libro Autocoaching para despertar (Lid Editorial), nos ofrece algunos ejemplos de creencias potenciadoras:
Si quieres comprender, actúa.
El aprendizaje está en la acción. El cambio proviene proviene de la acción, no de la comprensión intelectual.
No hay fracaso, tan sólo aprendizaje.
El fracaso es sólo un juicio sobre los resultados a corto plazo. Que no hayas alcanzado el éxito sólo significa que todavía no lo has conseguido. Perserverar es esencial, no pudiendo decir que has fracasado, a menos que abandones.
Todo comportamiento tiene un proposito.
Siempre nos estamos moviendo hacia alguna clase de objetivo, aunque no nos demos cuenta de ello. Márcate tus propios objetivos, no dejes que otros lo hagan por tí.
Tenemos todos los recursos que necesitamos, o podemos crearlos.
No hay personas sin recursos, tan sólo hay estados mentales sin recursos. Nuestra sabiduría profunda está esperando ser descubierta.
Creamos nuestra realidad.
Las creencias, valores y estímulos que recibimos constituyen la materia prima de cómo percibimos el mundo. Está en nuestra mano girar el catalejo pars ver las cosas desde otro punto de vista.