Estas serían las claves para conseguirlo:
Simple. Descubrir el corazón de una idea es quitarle las capas de relleno.
Unívocamente inesperada. Captar la atención, y sobre todo, mantenerla es vital para enganchar, incluso si para hacerlo hay que olvidar los esquemas mentales y reestructurarlos.
Concreta. Una idea que se cuenta en términos sensoriales es más fácilmente recordada. Necesitamos fábulas contagiosas que evoquen ideas concretas.
Creíble. Para hacer que la gente salga del escepticismo, cuéntale una verdad. La NBA alerta a los jugadores novatos de los peligros del sida con una experiencia que deja claro que una noche puede acarrear toda una vida de arrepentimiento.
Emotiva. Estamos diseñados para albergar sentimientos hacia las personas, no hacia las abstracciones. La Madre Teresa dijo que si se fijaba en las masas nunca actuaría, pero si se fijaba en un individuo, sí.
Sucesión de hechos. Las historias funcionan como un simulador de vuelo mental y nos preparan para responder con eficacia y rapidez. Una historia es poderosa cuando ofrece el contexto que le falta a la prosa abstracta, inspirando a tomar las riendas de la acción.