Todo empieza con papel y lápiz. Las dos sencillas herramientas que utiliza el equipo de 200 diseñadores para plasmar su creatividad y trazar la personalidad y las líneas maestras del futuro coche.
Se proponen hasta 2.000 bocetos de los que solo puede ser elegido uno. A continuación, a través de diferentes programas de maquetación se convierten los esbozos en modelos tridimensionales, más funcionales.
Utilizando un programa similar al de creación de videojuegos, se percibe cómo quedará el nuevo coche y, a través de unas gafas Full HD, los ingenieros pueden sentir virtualmente el nuevo coche.
Establecido el diseño, se realiza el llamado modelo de clay, un coche de arcilla a tamaño real para apreciar los volúmenes del nuevo coche.
En cuanto al color, en el laboratorio de pintura se llegan a realizar hasta 100 formulaciones diferentes para cada tonalidad.
El acabado es fruto de la colaboración de diseñadores gráficos, textiles y licenciados en Bellas Artes que analizan las posibles combinaciones de mates y brillos, grabados de la piel o tipos de costura para las puertas y tableros.
Como colofón, un detalle curioso: todos los volantes se cosen a mano.