Vivimos en una sociedad cambiante en la que es vital adaptarnos para avanzar en sintonía con las nuevas generaciones. La pandemia aceleró estos procesos en las empresas y provocó que las personas en posición de liderazgo tuvieran que replantearse cómo dirigir las compañías. El trabajo en remoto dejó ver las carencias de estas personas, obligadas a confiar ciegamente en sus empleados y empleadas, dejando el control férreo a un lado.
Dada la constante situación de transición, es ahora cuando entra en juego el desarrollo organizacional, que es la base de la mejora continua y la innovación, dos diferenciadores competitivos clave. Pero ¿por qué es tan importante este concepto?
El desarrollo organizacional se presenta como el proceso de construir un nuevo conocimiento y desarrollar competencias en las personas dentro de una organización. Éste es un proceso en el que se debe crear una amplia base de conocimiento, abordando todos y cada uno de los temas que podrían mejorar la forma en la que la empresa hace negocios. Bien, con esto en mente, una vez visto el marco teórico, ¿cómo lo fomentamos? Estimular este aprendizaje entre los miembros de una empresa es clave para la identificación de problemas y la búsqueda de soluciones que pueden surgir, un factor que las empresas pueden incentivar en mayor o menor medida.
Estudiar beneficia a todos
Asimismo, la influencia de los y las líderes es imprescindible para promover el desarrollo organizacional. Para los trabajadores y trabajadoras, estos perfiles tienen influencia directa en su motivación para compartir sus conocimientos con el resto de la organización. Además, la formación interna hace que aumenten las rotaciones de puestos de trabajo y, por supuesto, generan un clima positivo. De la misma manera, es un incentivo para que las personas compartan su conocimiento y se formen fuera del trabajo, ya sea mediante estudios, formaciones, etc.
Por todo ello, vemos la importancia que tiene que un líder sepa cómo motivar a su plantilla. Y, no solo eso, es necesario una estructura organizativa ágil basada en la comunicación, la información y el diálogo continuo para sacar el máximo partido.
En definitiva, fomentar el desarrollo organizacional proporciona a la empresa una ventaja competitiva al ganar flexibilidad y agilidad a la hora de generar innovaciones, lo que mejora la productividad y, con el tiempo, incrementa los beneficios. Además, puede mejorar la relación con el cliente, puesto que mejora de la calidad del servicio prestado, incrementando la satisfacción. Es el paso natural que la situación organizacional actual nos está pidiendo. ¿Se atreverán las empresas a ponerla en marcha?