La franquicia de intermediación inmobiliaria Century 21 España ha presentado hoy sus resultados del ejercicio 2021, “un año que ha traído consigo un claro incremento en demanda de bienes inmuebles y que ha llevado a la compañía a superar los niveles de facturación previos a la pandemia”, como subrayan desde la central. En este sentido, la cadena cerró el ejercicio con una facturación de 25 millones de euros, una subida interanual de 24%, cifra que a finales de año prevén situar en los 30 millones de euros, lo que supondría un incremento del 20%.
A lo largo del 2021, la red de Century 21 España efectuó 7.529 transacciones inmobiliarias (+46%), de las cuales 1.887 correspondieron a viviendas de alquiler y 5.642 a ventas de inmuebles, un alza del 53,7% y del 43,9%, respectivamente. La enseña superó, en paralelo, los 1.000 millones de euros en cuanto al valor total de las transacciones de compraventa ejecutadas, lo que supone más del 40% del valor conseguido en el ejercicio anterior.
Esta tendencia al alza también ha cristalizado en un aumento del número de oficinas y de colaboradores, de modo que la compañía se situó con 78 agencias operativas, frente a las 74 del 2020, mientras que el número de asesores pasó de 1.200 a 1.500. De cara a este 2022, su objetivo es ampliar la red de oficinas y agentes, con un foco especial en Andalucía, Islas Canarias, Cataluña y Comunidad de Madrid.
Ricardo Sousa, CEO de Century 21 España, adelanta que en este ejercicio también prevén lanzar un nuevo portal que “va a transformar el proceso de búsqueda de inmuebles, facilitando aún más la autonomía de nuestros clientes, siempre con el respaldo de su asesor inmobiliario de proximidad”.
PRECIOS A LA BAJA
El precio medio de venta, por otro lado, ha sido de 186.868 euros, un 2,7% inferior. “Esta disminución es una consecuencia de la ampliación de los criterios de búsqueda de casa y de las transacciones hacia zonas de extrarradio y ciudades secundarias, con el objetivo de ajustar el valor de la vivienda al poder adquisitivo y en respuesta a las nuevas necesidades ocasionadas a raíz de la pandemia”, resume Sousa.
Madrid y Barcelona, con una media de 336.258,91 euros (con 129 m² de vivienda útil) y 262.558,73 euros (con 103 m²), respectivamente, se sitúan muy por encima de los datos nacionales, frente a ciudades como Santa Cruz de Tenerife, donde se ronda los 152.000 euros y una media de 232 m² de vivienda útil. También es muy acusada la diferencia del precio del alquiler registrada en ambas ciudades, hasta alcanzar los 1.718 euros de media en Madrid (con 90 m² de media) y los 959 euros en Barcelona (74 m²).
¿QUIÉN INVIERTE EN EL MERCADO INMOBILIARIO ESPAÑOL?
En este apartado, destaca el incremento en tres puntos porcentuales del cliente nacional como principal inversor en el parqué español. A partir de aquí, el 88% de las transacciones de compraventa han sido realizadas por el cliente nacional, que mantiene su interés por la periferia y el extrarradio de las grandes ciudades, mientras que el 12% restante ha sido realizado por extranjeros.
La firma ha identificado además un cambio con respecto a los principales mercados extranjeros inversores en España, situándose muy por delante los americanos, seguidos de alemanes, franceses e ingleses, cuando en años anteriores también destacaban los belgas.
TENDENCIAS DE MERCADO PARA ESTE 2022
Opina Sousa que serán similares a las del 2021. “La escasez de oferta y la fuerte demanda mantendrán los precios estables, con perspectivas de subida en los segmentos medios y medios bajo. Esta demanda seguirá impulsada por las nuevas motivaciones y necesidades de las familias, así como por la financiación disponible. No obstante, hay que estar atentos a la inflación y a la previsión de aumento de los tipos de interés que limitará aún más la accesibilidad a la vivienda a parte de los jóvenes y a muchas familias”.
Los proyectos de obra nueva, según el CEO de la compañía, se verán afectados por la falta de mano de obra, por unos costes de construcción en alza y por la lentitud en los procesos de entrega de licencias. “Todo ello repercutirá de forma directa en la limitación de la oferta e incremento de los precios de esta clase de viviendas, cada vez más orientadas a la clase media y a criterios de eficiencia energética más exigentes, derivados de la alta conciencia y del compromiso medioambiental de la población”.